Hoy es el día. El día en que ya
no creo en monstruos ni en princesas. Mis aspiraciones de dominar el mundo se
han esfumado. Las pequillas sonrojadas han desaparecido. Las alianzas han
muerto antes de nacer.
Cazando fantasmas he sido cazado
enmudeciendo mis sonrisas. Las cosquillas no encontraron salida en este
laberinto de algodón. Los viajeros del tiempo ahora son mis demonios. Mis
temores me han vencido por haberlos subestimado.
La vida efímera es mi recompensa.
La muerte eterna es mi recuerdo. Más vale sueños perdidos que pesadillas
reales. Más vale palabras escritas que falsas ilusiones. ¿Las mariposas de
fuego queman de verdad? Salidas del horno y con fecha de caducidad. ¿Las
pajaritas de terciopelo existen en realidad? Suaves y alegres llenas de maldad.
Despierto. Mi habitación se
muestra ante mí. Abandonada durante dos semanas. Fría y triste me sonríe. Mi
cama me intenta devorar. El Sol decora mi ventana. Mis dientes se desperezan en
mi boca. Mi sonrisa lucha por salir. Le ayuda un muñeco gigante de nubes de
golosina. Los sueños, sueños son. La vida está salpicada de ellos. Y los
prefiero mil veces que la vida que no es vida. Me levanto y a carcajadas
recuerdo la felicidad momentánea de aquellos momentos juntos que nunca hemos
compartido. Miro el cielo azul y lo intento alcanzar con mis manos torpes e
impacientes. El aire bajo mis pies cede ante la gravedad. Ya no puedo volar.
Unos arbustos me acogen en su seno. Busco una cabina y corro hacía ella. Por
fin podré volar como superman, pero la cabina desaparece sin más.
Zopenko Smith '15