Merodeando por las calles rebusco
sin cesar. Una a una, paso por cada cabina telefónica sin encontrar la que me
pueda hacer viajar al pasado. La que consiga por fin mandarme a una de esas
realidades que tanto anhelo.
Son los mundos paralelos de otros
yo los que envidio. En uno te beso entre sonrisas. En otro te abrazo y sin
querer, en un lenguaje en el que solo nuestros cuerpos entienden, acabamos
enlazados. También existe ese en el que el tiempo se para y puedo contemplar
cómo cada una de tus graciosas pequillas me sonríe hasta que mi mejilla las
besa. Incluso uno en el que después de acariciarte suavemente y besarte
pacientemente consigo llegar a tus labios que me reciben con ternura.
Mi favorito es ese en el que te
callo con un beso. Aunque también me gusta ese en el que después de acomodarte
el pelo detrás de la oreja te miro, y en ese momento, con nuestras sonrisas
hablándose, hacemos desaparecer la distancia que nos separa.
Seguro que me dejo muchos otros
mundos iguales o incluso mejores. Pero son tantos que sería imposible decirlos
todos.
Si en un tarro pequeño albergaras
todas las delicias del mundo y las comprimieras, saldrías tú. Tus miles de
sonrisas. Tus infinitas caras graciosas. Tus carnosos labios. Tus abundantes
miradas. Tus ya mencionadas pequillas. Ese acento tuyo tan particular. Todas
tus curvas, de las cuales podría escribir un libro entero. Tus piececillos
graciosos y un sinfín de pequeños trocitos de ti.
Pero aquí estoy yo luchando contra mi
deseo. Comiéndome las ganas de intercambiarme con cualquiera de esos yo. Me
rebano los sesos intentando buscar una explicación. Un porqué, un cómo. Ojala
pueda viajar entre todos esos mundos. Pero no me doy cuenta que estos solo
existen en mi imaginación y que si lo pienso bien, todos esos yo soy yo escribiendo
delante de mi ordenador.
Zopenko Smith '15
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