Una gota tras otra retumba en mi
cabeza proveniente del piso de arriba. Una cámara me está grabando como pierdo
la vida poco a poco, o eso cree el que me capturó, porque si me hubiera querido
matar gota a gota, me habría tenido que afeitar y sujetar bien la cabeza, cosa
que no ha hecho. Pero lo que más temo es la grieta del techo por donde cae el
agua, parece que poco a poco se vaya haciendo más grande. En esta hora que
llevo despierto, parece que haya crecido unos centímetros, tiene pinta de que
cada vez crecerá más rápido.
El tío este parece tan
predecible, aún me veo paseando por la calle, en uno de mis paseos nocturnos
habituales, y como torpemente un hombre me golpea en la cabeza con un bate, si,
el mismo que reposa apoyado en la pared de al lado de la mesa del comedor. Me
habrá arrastrado hasta aquí, me habrá sentado y se me ha puesto a grabarme,
seguro que se masturbara viendo como muero, o eso creerá porque yo no voy a
morir, al menos hoy.
Me ha atado fuertemente, no puedo
escapar. Comienzo a pensar que moriré aquí, sin poder besar a mi mujer por
última vez o abrazar a mi hijo con todas mis fuerzas…
El suelo bajo mis pies se
derrumbó y caí. Tirado en el suelo, solo pude ver sangre que provenía del
cuerpo que yacía bajo la silla, y un monitor en el que se veía una habitación vacía
con un agujero en el suelo. Un montón de gente muda me observaba, un cartel que
ponía “The Saw Smile” reinaba el comedor, y mi hijo se dirigió al cuerpo inerte
bajo la silla, diciendo “Mamá, mamá”. Entonces una gota volvió a caer sobre mi
cabeza.
Zopenko Smith
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