domingo, 4 de marzo de 2012

Soledad Incauta



Soledad incauta, que te escondes entre los resquicios de estas paredes de sexo. Ensumas la confusión del vacío y me visitas para hacerme compañía. En tan poco tiempo te puedo notar, como me acaricias en la oscuridad, cuando abro la puerta que me conduce a ti, después de conocer ese sueño despierto que ahora es recuerdo.

El olor a sexo mancha mis manos de esencia, mientras que por mi nariz se marcha el recuerdo físico de tu presencia. Poco a poco, las paredes se vuelven frías y distantes, en esta habitación que se agranda al tiempo que se ralentiza.

La magia ya no existe en este mundo que antes era sueño. La delgada línea que separaba la realidad de los sueños se esfumó durante horas que parecieron segundos, y ahora solo queda el deseo de dormir en esa cama que aún conserva parte del alma con su aroma. Es en esa oscuridad cuando puedo abrazarla, y ella, con más fuerza, me abraza también. Pero es cuando me despierto, la miro a la cara y me estremezco con sus manos frías, cuando le pregunto: ¿Soledad, porque tienes su misma cara?

Zopenko Smith

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