Soledad incauta, que te escondes entre los resquicios de
estas paredes de sexo. Ensumas la confusión del vacío y me visitas para hacerme
compañía. En tan poco tiempo te puedo notar, como me acaricias en la oscuridad,
cuando abro la puerta que me conduce a ti, después de conocer ese sueño
despierto que ahora es recuerdo.
El olor a sexo mancha mis manos de esencia, mientras que por
mi nariz se marcha el recuerdo físico de tu presencia. Poco a poco, las paredes
se vuelven frías y distantes, en esta habitación que se agranda al tiempo que
se ralentiza.
La magia ya no existe en este mundo que antes era sueño. La
delgada línea que separaba la realidad de los sueños se esfumó durante horas
que parecieron segundos, y ahora solo queda el deseo de dormir en esa cama que
aún conserva parte del alma con su aroma. Es en esa oscuridad cuando puedo
abrazarla, y ella, con más fuerza, me abraza también. Pero es cuando me
despierto, la miro a la cara y me estremezco con sus manos frías, cuando le
pregunto: ¿Soledad, porque tienes su misma cara?
Zopenko Smith
Ufff! Me has dejado sin aliento...
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