jueves, 18 de noviembre de 2010

Silencio


Son las palabras inteligentes que se aferran a mis dientes y mueren en mi boca,

Las que nunca he podido pronunciar en tu presencia,

Son las frases bonitas y bellas que se pierden en mi garganta,

Las que me muerden la campanilla cuando me miras.


Grito en silencio tu nombre grabándose a fuego en mi lengua,

La que juega al escondite con tus ojos.

Me relamo estos labios secos que solo tú podrías mojar,

Con ese beso que rompería mi silencio para siempre.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sarah


La lluvia caía incesante en la ciudad dormida. Los ronquidos ensordecedores y malditos reinaban la casa, y Pepe que no podía dormir se removía en su habitación adormilado, medio soñando, medio despierto y jugando con las imágenes que deleitaban su mente. Aquellas imágenes que bailaban delante de él con alegría, penetrando en la oscuridad hasta invadirla.
Al día siguiente Pepe se tenía que enfrentar al primer día de clase después de un largo verano, eterno para él, ya que deseaba con todo su ser que llegara ese día. Era un día especial, un día que se había presentado ante él con torpeza y timidez, pero que al verlo respirar junto a él, parecía haberse presentado con prisas descuidadas.
La noche besó al día, en un beso largo, tendido y apasionado, que atemorizaba a las nubes hasta hacerlas desaparecer.
Los ojos de Pepe no se habían cerrado en toda la noche, pero igualmente consiguió mantener la habitación iluminada con sus sueños.
El cansancio parecía no hacer mella en él, no había dormido, no había comido, pero él se había alzado imperioso en su cuarto preparado para golpearse con la realidad. Se alimentaba de combustible diferente que los demás, un combustible llamado Sarah.
De camino hacia la escuela, y con sus últimas reservas, logró crearse una muralla inquebrantable en su mente. No era una muralla para defenderse del exterior, era una muralla que le encerraba en sí mismo, para evitar ser dañado, para evitar que, en un acto de plena locura, pudiera robarle un beso a su querida Sara. Aunque él lo estuviera deseando con fervor, aquél momento tenía que esperar, si quería conseguir su propósito tenía que escalar ese árbol con pasos firmes y seguros, o se podría caer y no poder escalarlo nunca más.
Pepe, sus pensamientos, sus sueños, su mundo y su muralla atravesaban la puerta del colegio con mucho tiempo de antelación respecto a las clases. Después de una larga espera, aligerada chapuceramente saludando a sus amigos. Sara hizo acto de presencia, pero no uno cualquiera, sino el acto de presencia.
Todo lo que ella tocaba parecía más bello de lo que era, con esa amplia sonrisa adornada con aquellas perlas blancas, aquella mirada serena y brillante, que rezumaba verde esmeralda para enamorar, y aquella cabellera que bailaba con el viento.
A Pepe se le heló el corazón, su muralla sufrió una gran sacudida y se encontró delante de ella, alimentándose de su sonrisa, bebiendo la leche de su piel, y habiendo dejado lo mejor para el final, se comenzó a bañar en aquél mar de esmeralda.
La muchacha se le quedó mirando con esa mirada curiosa, que a él tanto le agradaba, y cuando iba a regalarle algunas de esas palabras que Pepe guarda con sumo cuidado en su mente, él la calló con un beso.
Un beso dulce que le arrancaba lágrimas de felicidad, un beso apasionado que había construido un castillo en su muralla en donde vivirían para siempre, un beso breve, ya que duró hasta que ella se apartó y le abofeteó.
Cuando Pepe cayó al suelo, junto con su derruido castillo, su muralla destrozada y su cara sin un gramo de dignidad. La vio a ella de pie con cara de sorpresa, parecía que estaba a punto de ayudarle, pero su cara se convirtió en enfado y Sara se fue llorando con la confianza y la amistad de Pepe sangrando por el camino.
Pepe se puso de pie y se sacudió los pantalones. Todos se reían de él, pero para él todas eran risas mudas, risas en blanco y negro.
Se puso a caminar con paso firme, no hacia la calle, sino hacia la clase donde sabía que ella iba a estar. Una sonrisa se dibujo en su rostro recordando aquél beso que se había grabado a fuego en su alma, y comenzó a construirse otra muralla, esta vez mucho más fuerte que la anterior, que le serviría para poder empezar a escalar el árbol desde los cimientos sin caerse y a una velocidad jamás vista, porque ya se conocía el camino.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El Cruasán


Ayer, comencé a currar como otro día cualquiera, saludando a mis compañeros, saludando a los clientes, y pasando rápido por delante del despacho del jefe para no verme llegar tarde. Después de esto pasó una horita haciendo mis quehaceres de trabajo y aprovechando para desayunar.

Y entonces fue cuando llegó, parecía notar temblar las paredes cuando se acercaba trotando hacia mí y justo cuando lo tenía delante de un manotazo lo oscureció todo. Un golpe en la cabeza me obligo a abrir los ojos, y lo vi todo de lado.

Me incorporé y miré a mi alrededor, por suerte nadie me había visto, miré a la pantalla del ordenador, o lo que se llame ese tubo verde-negro con carcasa, y comencé a observar las letras y los números, que pronto se convertirían en letrúmeros.

Un comentario de un cliente consiguió captar mi mermada atención “Ey jefe, vigílate a los empleaos que se te duermen…”, y suerte que mi mente brillante tuvo una reacción rápida dentro de la lentitud de mis actos “Perdone Sr. Francisco, no estoy dormido, estoy concentrao…”, y hasta ahí tuve la decencia de hablar cuando me dí cuenta que me había pillado con la boca abierta, con los ojos semi-cerraos y semi-mirando la pantalla en un punto fijo.

Ya no podía más, me fui al lavabo, me lavé la cara, me pegué una bofetada (de esas que suenan), y me dirigí de nuevo hacia mi puesto de trabajo (que en ese momento era lo peor que me podía pasar, estar sentado y con poca faena).

Cuando me senté, mi lugar de trabajo parecía más amplio y con más luz. Bien, parece que mi método despertador funciona. Me dispuse a copiar unos pedidos a boli, y de repente lo noté, aquél temblor que me acechaba, que se acercaba, que me echaba el aliento en la nuca…intenté esforzarme por abrir los ojos al máximo y me concentré sobremanera, pero mi escritura me delataba, lo que había comenzado con una palabra, se había metamorfoseado convirtiéndose al final en una línea.

Me levanté de aquél lugar tan tenebroso, huí de aquella bestia que no paraba de perseguirme, que todavía me podría estar acosando durante horas, me planté en el vestuario y cerré la puerta, echando incluso el pestillo, atemorizado.

Fue entonces cuando aquél santo grial se presentó ante mí. Como un recién nacido, en su cunita arropadito, un cruasán enorme acurrucado entre papeles de panadería, con unos cuernos que aterrorizarian hasta al torero mas valiente, con aquélla cremita por encima que brillaba con la luz fluorescente, con aquél tacto que podrías hacer fácilmente una bola dulce y sabrosa de mejunje cruasanil.

Si yo fuera creyente lo adoraría, me arrodillaría ante él. Si yo fuera cariñoso lo abrazaría con todas mis fuerzas hasta que esos cuernecillos se tocarán entre sí.

Pero en aquél momento me tocaba ser carnívoro.

Lo devoré, me lo comí, lo dentellé, se volatizo ante mis dientes, lo arropé con mi boca, lo succioné, lo descuarticé, y fue entonces cuando por fin pude abrir la puerta y afrontar lo que quedaba de día, tranquilo porque sabía que con mi mega cruasán protegiéndome no habría monstruo ni fiera capaz de acercarse.

PD: Por problemas técnicos con mi móvil, la foto original no la he podido subir, alomejor próximamente....

jueves, 2 de septiembre de 2010

Descuartizado


Muérdeme, come de mi carne,

que solo con tu aliento yo puedo respirar.

Golpéame, reviéntame,

que con el tacto de tu piel a mi me basta para explotar.

Córtame, pínchame,

que si mi sangre te acaricia yo ya estoy feliz.

Córtame la cabeza, dególlame,

haz que tu imagen permanezca para siempre en mí.

Ahógame, mátame,

que mi último beso en tus manos sea lo más cerca que estaré de ti.

lunes, 30 de agosto de 2010

EL DON: Capítulo 1


CAPÍTULO 1: Despertar

Me incorporé en la cama sobresaltado, mi respiración era entrecortada y estaba sudando sin parar. Miré el reloj, todavía faltaba una hora para que sonase el despertador, miré de reojo la almohada empapada en sudor, y con un bufido me levanté de la cama. Estaba claro que no me apetecía volverme a dormir, así que por si acaso preferí prepararme un café. Fui al lavabo meé y me lave las manos y la cara. Por un momento me miré al espejo, mis ojos azules estaban teñidos de rojo y las ojeras parecían que me iban a invadir toda la cara, me volví a lavar la cara con agua abundante, por un momento pensé que de esa forma me desapareciera las ojeras, y antes de volver a mirarme me sequé y fui a por el café que tanto deseaba.

Estaba realmente enfadado, normalmente lo estoy cuando me tengo que levantar temprano, pero hoy tenía una reunión importante con el jefe de ventas de mi empresa, y tenía que estar completamente despierto.

Mientras saboreaba mi Winston humeante, me bebí el café que me calentaba las manos de una forma agradable. El otoño estaba bastante avanzado y a una hora tan temprana ya se notaba el frio. Me pegué una buena ducha, y después me puse un remedio chino contra las ojeras con aroma de soja.

Me vestí con mi traje negro Emidio Tucci, una corbata de seda natural en gama de azules, una camisa de algodón aloe vera y unos zapatos negros. Me puse gomina hasta que el color negro de mi pelo reluciera y unas gotas de colonia Hugo Boss y ya estaba preparado para enfrentarme a cualquiera.

De camino hacia el coche, que tenía aparcado un poco lejos de mi apartamento, iba pensando en la reunión con el jefe, no es que estuviera realmente alarmado, pero sí que cabía la posibilidad de que hubiera recorte de personal o alguna decisión importante. Últimamente las ventas no habían sido muy buenas y los jefes andaban mosqueados y aunque seamos unos de los principales vendedores de bombillas de toda Cataluña, cuando se pierde dinero se toman decisiones estúpidas.

Un sonido divertido me sacó de mi ensimismamiento, cuando abrí mi móvil de última generación vi que era un mensaje de Juan mi compañero de ventas:

“Ey nene, que haces que no estas aquí en la reunión, pero has visto k ora es? Pero no te dijeron ayer que la reunión se havia adelantao? Vente corriendo anda, que el jefe esta que exa humo”

Mi cara en aquel momento era para hacerme una foto, enmarcarla y llevarla a concurso. Rápidamente fui corriendo hacia mi coche que estaba durmiendo tal como lo había dejado la noche anterior. Desperté de golpe al Alfa Romeo, y lo enfurecí lo suficiente como para salir corriendo el doble de lo normal. Maldecía a gritos dentro del coche, mientras él zumbaba fuera. La oficina no estaba muy lejos, pero en pleno centro de Barcelona a las 7 de la mañana en coche, cualquier sitio estaba lejos.

Eran las 7:15 cuando aparcaba la maquina en el garaje y fui tan corriendo por las escaleras, subiendo los peldaños de dos en dos, que a punto estuve de caerme. Abrí la puerta del segundo piso y crucé como un cohete el pasillo hacia la sala de reuniones, y cuando abrí la puerta saludando precipitadamente y fui a sentarme en una de las tres sillas libres, levanté la mirada, hice una vista rápida y me percate de que todos mis compañeros estaban tremendamente asustados, y al mirar al director supe porque estaban así. Tenía una mueca en la cara que le revolvía el estomago a cualquiera, y su mirada desprendía tanto odio, que en un momento que le miré a los ojos sentía que me había pegado tal paliza que me había dejado medio moribundo.

Me había convertido en un ser inmóvil y tembloroso, junto con mis compañeros, cuando el director me dirigió la palabra.

- Te crees tú que estas son horas para llegar mequetrefe!!
- Perdona jefe, pero yo no sabía…ayer nadie me dijo…
- No quiero excusas Ordoñez, ya sabes que odio las excusas.
- Buff…Tranquilo jefe, no volverá a pasar.
- Que significa ese resoplido Ordoñy. No quiero que me vuelvas a vacilar, entendido!!!?
- Sí, señor.
- Jajaja, así me gusta que lo entiendas, igual que todos vosotros, lo entendéis verdad.- mirando a todos con aquellos ojos que mordían- Bien, aclarado este punto seguimos desde donde nos ha interrumpido Ordoñy.

La vena de la sien me palpitaba con rabia mientras controlaba los impulsos asesinos que me hacían reventarle la nuez, uno, dos , tres… y comienzo a tranquilizarme.
Las dos horas siguientes las pasé escuchando estupideces y sobre informándome de lo jodido que estaba el mercado.

En cuanto se acabó la reunión y todos se dispusieron a salir por la puerta…

- Juan y Ordoñez!- el jefe estaba medio sentado en la mesa de reuniones haciendo indicación con la mano de que nos acercáramos. – venid aquí que os tengo que comentar un tema.
- Si señor!- Juan y yo ya sabíamos la respuesta que siempre esperaba el jefe, y le hicimos caso y nos acercamos.
- Tengo una gran oportunidad para vosotros- estas palabras suelen ser el comienzo de un trabajo indeseable- Ey! No me miréis con esa cara, todavía no sabéis de que trata el asunto y parece que os vaya a anunciar una muerte!!- su cara intentó mostrarse más amistosa de lo normal, algo que me hacia estremecer- Vamos a hacer una cosa, tenéis hambre?-preguntó levantándose de la mesa y arqueando las cejas.
- Yo me muero de hambre jefe – dijo Juan, al que estaba claro que comenzaba a sentarle bien la repentina simpatía del jefe.
- Bueno sí, la verdad es que todavía estoy en ayunas- contesté sinceramente.
- Pues entonces está decidido! Ahora mismo nos vamos a un sitio que yo conozco. Ya basta de hablar de temas serios con el estomago vacio.
En ese mismo instante cogió su chaqueta y le comunicó a su secretaria que se iba a almorzar, ella asintió y nos despidió con una sonrisa. Bajamos por el ascensor en silencio. Yo miré a Juan preguntándole con la mirada sobre esa extraña situación, pero él parecía encantado con acompañar al jefe a almorzar, me imagino que se debiera sentir importante o se pensaba que estaba ascendiendo un eslabón en el trabajo con aquel hecho, algo que evidentemente era lo que quería el jefe que sintiéramos para poder así hacernos sucumbir a sus ordenes de una forma más sencilla.

El jefe nos dirigía hacia el garaje. Comencé a notar un cosquilleo por el estomago al darme cuenta de nuestro destino, desde que vi ese coche por primera vez el mes pasado cuando el jefe se lo compró, ya me quede embobado largo rato contemplándolo, y ahora parece ser que iba a ser testigo interior de los 360cv de esa preciosidad. Esas curvas comenzaron a tomar forma al acercarnos, el capó brillaba en la oscuridad, y los faros que me miraban se iluminaron con un pequeño sonido sordo.

Estaba bastante emocionado, y cuando estuve a punto de llegar al coche, el jefe abrió la puerta delantera y mientras se sentaba dijo con aquél horroroso susurro arrastrando la palabra “Seguidme…”, esa maldita palabra me devolvió a la realidad, cambiando la visión del Mercedes-Benz SLK 55 AMG por la de mi Alfa Romeo, que ahora parecía un juguete en comparación con aquella maquina atroz, y allí nos dirigimos casi arrastrando los pasos.

- Has visto que bien el jefe- dijo Juan con aire optimista- sabía que todo este tiempo trabajando incesantemente tendrían su recompensa.
- Juan, yo no me fiaría mucho - le dije con aire un tanto preocupado mientras el Alfa nos guiñaba el ojo.
- ¿Por qué? – me preguntó mientras abría la puerta del copiloto y se sentaba- ¿no has visto de qué forma nos ha hablado cuando no estaba delante de los demás?, eso quiere decir que nos tiene en consideración.
- Bueno, tu piensa lo que quieras- le dije resignándome mientras le inyectaba fuerza a Romeo- pero yo no me fio.
En cuanto nos metimos en las rondas el Alfa tuvo que sudar 95 sin plomo para poder dar caza al Sr. Mercedes.

domingo, 29 de agosto de 2010

EL DON: Prólogo


PRÓLOGO: El Infierno

El sonido infernal retumbaba en la sala abarrotada de gente, la oscuridad lo engullía todo por momentos, antes de que alguna luz endeble se moviera aleatoriamente. El grupo subido al escenario pronunciaba sonidos guturales que parecían tener algún sentido y movían las cabezas de arriba abajo con tal ímpetu, que parecía que se le fuera a salir volando de un momento al otro. La gente parecía endiabladamente enloquecida, y en el momento que la canción se repetía se liaban a empujarse unos a otros, y como me temía desde hacía rato los empujones llegaron a mí.

No sabía que hacia allí, en mitad de todos aquellos melenudos, pero de repente una ira creciente se fue apoderando de mí, todo mi cuerpo se tensó, y mis ojos se fijaron, desorbitados, en el puto gilipollas melenudo que me había empujado. Mis puños se cerraron, corriéndome sangre por las manos, y comencé a soltarle puñetazos sin parar. Se cayó al suelo y se intento proteger con las manos, pero yo había entrado en puto frenesí, e incluso me creía que le estaba pegando al ritmo de la música, cuando note un fuerte golpe en la cara, y un momento en el aire antes de caer al suelo. Cuando levanté la vista, dos tiarrones melenudos me miraban con esos ojos llenos de fuego, estaba claro que el gilipollas no había venido solo.

De repente, me veía rodeado de melenudos llenos de odio que me querían pegar, no pegar…¡¡¡sino matar!!! Todos los ojos de los que me miraban con desprecio se habían convertido en fuego, destellos brillantes azulados, negros y rojizos se consumían en pleno odio contra mí, y yo allí tumbado sin saber cómo narices había llegado hacia esta situación, cuando ese momento de silencio inhóspito fue interrumpido por uno de los melenudos que me chafo la cabeza contra el suelo de una patada, y todos los demás le siguieron. Notaba miles de punzadas de dolor recorriéndome todo el cuerpo, por un instante llegue a ignorar el dolor de lo entumecido que lo tenía todo, pero pronto llegaba intensificándose mucho más. Esos minutos, mi cuerpo los había traducido en horas, y me sentía exhausto cuando justo acabaron de pegarme, no sé si por aburrimiento, por cansancio o incluso por pena, pero, de momento, podía respirar, algo que 5 minutos antes no hubiera asegurado que sucediera.

Me intente mover, pero difícilmente lograba mover ni un musculo. Ellos se reían a carcajadas escalofriantes, cuando un melenudo con la cara llena de sangre, que por un momento pensé incluso que fuera mía, me cogió con fuerza por el pescuezo y me dijo con una voz áspera “Acabas de firmar tu pena de muerte chaval”, y seguido me escupió en la cara y en un momento sentí una punzada de dolor en los huevos, que me subía por el estomago, y un golpe en la cabeza que me acabó de rematar.

No sé cuánto tiempo había estado inconsciente, pero cuando desperté tenía los ojos tapados, y las manos atadas. Escuché mucho alboroto a mí alrededor. Parecía que estaban preparando algo. Abrí la boca, para intentar pedir clemencia para lo que quieran que fueran a hacer, pero no podía, noté un gran charco de sangre en la boca, y la escupí, pero para mí horror no podía pronunciar palabra, no tenía lengua, parecía que estaba allí, pero no estaba.

El alboroto comenzó a crecer, comenzaron a gritar “Ey, que ya se ha despertado”, “Mirad como se retuerce”, “¡¡Venga joder!! Vamos a comenzar con lo bueno de una puta vez” y otras palabras ininteligibles.

Comencé a inquietarme verdaderamente, de hecho comencé a sollozar en cuanto escuché el sonido de una moto sierra acercándose y la gente gritando, parecía que estaba llegando a su máximo apogeo.

El sonido se fue acercando y acercando, el terror más profundo me estaba invadiendo, cuando noté un tirón que me arranco la venda de los ojos, a la vez que la hoja de la moto sierra respiraba en mi cuello, escuché como de mi garganta sonaban sonidos y chillidos irreconocibles y desesperados, la gente reía sin parar, y el hombre de la moto sierra se me acerco y me susurro “Esto es lo que pasa cuando te metes con los Diabblos”.

Y con una risa malvada comenzó a cortármelas orejas, un dolor punzante, un pitido y entonces comencé a perder el conocimiento, y en mi último suspiro pude ver como el de la moto sierra se arrancaba la cara, y de debajo salía un cráneo con los ojos llameantes y de su boca salió una llamarada que…