domingo, 5 de julio de 2015

¿Jugamos?



De pequeño siempre he sido ordenado. Siempre que jugaba con mis juguetes, al acabar, los recogía sin ningún problema. Incluso cuando venían varios amigos y lo dejaban todo lleno de juguetes tirados por todos lados.

Un día. Una chica supersonriente y la mar de graciosa vino a jugar a mi casa y jugamos por tanto tiempo que para algunos podrían considerarse años. Jugamos a saltar, a contarnos historias, a hacernos cosquillas. Jugamos a leer, a ponernos morenos, a juegos por doquier.

Podríamos jugar sin parar durante mucho tiempo, un juego detrás del otro. En la vida me he divertido tanto como cuando jugaba con ella. Como cuando la veía divertirse y sonreír. Sus carcajadas eran música para mis oídos y sus abrazos me regalaban vida.

Pero llegó el día en el que dejamos de jugar y yo dejé de reír. Mis juguetes yacían esparramados por toda la habitación llenándose de polvo, ya no los recogía ansiando el momento en el que ella llegara para jugar conmigo.

Todavía hay juguetes que están tal y como ella los dejó. Y yo, cuando los miro, todavía la recuerdo riendo y jugando con ellos. Cierro los ojos y casi puedo vernos divirtiéndonos ajenos al mundo.


Un latido me sacó de mi ensimismamiento. Qué raro. Últimamente mi corazón no late con la suficiente fuerza como para ser escuchado. Ahí está agonizando y menguando cada día. En cada pequeño latido me suplica que lo guarde, que lo recoja, que lo vuelva a meter en su sitio. Pero no puedo. Ahí está tirado en el suelo tal y como ella lo dejó. Deseando a que ella vuelva y juegue con él. Deseando a que ella vuelva…. ella vuelva… ella… ella…

Zopenko Smith '15

miércoles, 29 de abril de 2015

Mundos Paralelos


Merodeando por las calles rebusco sin cesar. Una a una, paso por cada cabina telefónica sin encontrar la que me pueda hacer viajar al pasado. La que consiga por fin mandarme a una de esas realidades que tanto anhelo.

Son los mundos paralelos de otros yo los que envidio. En uno te beso entre sonrisas. En otro te abrazo y sin querer, en un lenguaje en el que solo nuestros cuerpos entienden, acabamos enlazados. También existe ese en el que el tiempo se para y puedo contemplar cómo cada una de tus graciosas pequillas me sonríe hasta que mi mejilla las besa. Incluso uno en el que después de acariciarte suavemente y besarte pacientemente consigo llegar a tus labios que me reciben con ternura.

Mi favorito es ese en el que te callo con un beso. Aunque también me gusta ese en el que después de acomodarte el pelo detrás de la oreja te miro, y en ese momento, con nuestras sonrisas hablándose, hacemos desaparecer la distancia que nos separa.

Seguro que me dejo muchos otros mundos iguales o incluso mejores. Pero son tantos que sería imposible decirlos todos.

Si en un tarro pequeño albergaras todas las delicias del mundo y las comprimieras, saldrías tú. Tus miles de sonrisas. Tus infinitas caras graciosas. Tus carnosos labios. Tus abundantes miradas. Tus ya mencionadas pequillas. Ese acento tuyo tan particular. Todas tus curvas, de las cuales podría escribir un libro entero. Tus piececillos graciosos y un sinfín de pequeños trocitos de ti.


Pero aquí estoy yo luchando contra mi deseo. Comiéndome las ganas de intercambiarme con cualquiera de esos yo. Me rebano los sesos intentando buscar una explicación. Un porqué, un cómo. Ojala pueda viajar entre todos esos mundos. Pero no me doy cuenta que estos solo existen en mi imaginación y que si lo pienso bien, todos esos yo soy yo escribiendo delante de mi ordenador.

Zopenko Smith '15

viernes, 17 de abril de 2015

Bienvenido a la Realidad


Algunas veces cuando los personajes Disney me invaden las entrañas me creo que la realidad no sangra. Que la música me rodea y me transporta. Que puedo bailar por las calles, llegar a mi casa y devolver la pureza de mi techo nocturno con una larga sonrisa de ensueño. Lo peor es cuando dejas de creer en lo que no existe. Cuando desbaratas la trama imaginaria del ser feliz que quieres ser. Cuando las lagunas de esa vida que no es tuya son lo suficientemente grandes como para creértela, y que por más que te esfuerces en reconstruirla más se diluye en ese rio de tiempo que conforma el devenir prematuro de la triste lluvia.

Es entonces cuando todo se viene abajo. Cuando la satisfacción de ser quien quieres ser se resquebraja y dudas. Pero estoy cansado de esa oscuridad que me acecha. De esas sombras que con sus dedos largiruchos me intentan atrapar. Estoy cansado de desear encerrarme en mi lúgubre guarida de techos altos.

Es hora de magnificarme. De ser ese gracioso personajillo que ansioso lucha por salir. Es hora de contemplar con una sonrisa la silueta que mi tenue sombra dibuja en la arena. Y es hora de que ese despreocupado lobo tierno y feroz vuelva a reinar en las calles.


Ya llegó la hora. Justo es medianoche y es justo ahora cuando los rugidos de mi hambre me muerden los tímpanos arrebatándome esa inexistente paz que reina en mis sueños y devolviéndome a esa cruel realidad dónde todo es una mierda pero donde yo soy yo.

Zopenko Smith '15

sábado, 21 de febrero de 2015

Tiempo de Sueños



Hoy es el día. El día en que ya no creo en monstruos ni en princesas. Mis aspiraciones de dominar el mundo se han esfumado. Las pequillas sonrojadas han desaparecido. Las alianzas han muerto antes de nacer.

Cazando fantasmas he sido cazado enmudeciendo mis sonrisas. Las cosquillas no encontraron salida en este laberinto de algodón. Los viajeros del tiempo ahora son mis demonios. Mis temores me han vencido por haberlos subestimado.

La vida efímera es mi recompensa. La muerte eterna es mi recuerdo. Más vale sueños perdidos que pesadillas reales. Más vale palabras escritas que falsas ilusiones. ¿Las mariposas de fuego queman de verdad? Salidas del horno y con fecha de caducidad. ¿Las pajaritas de terciopelo existen en realidad? Suaves y alegres llenas de maldad.


Despierto. Mi habitación se muestra ante mí. Abandonada durante dos semanas. Fría y triste me sonríe. Mi cama me intenta devorar. El Sol decora mi ventana. Mis dientes se desperezan en mi boca. Mi sonrisa lucha por salir. Le ayuda un muñeco gigante de nubes de golosina. Los sueños, sueños son. La vida está salpicada de ellos. Y los prefiero mil veces que la vida que no es vida. Me levanto y a carcajadas recuerdo la felicidad momentánea de aquellos momentos juntos que nunca hemos compartido. Miro el cielo azul y lo intento alcanzar con mis manos torpes e impacientes. El aire bajo mis pies cede ante la gravedad. Ya no puedo volar. Unos arbustos me acogen en su seno. Busco una cabina y corro hacía ella. Por fin podré volar como superman, pero la cabina desaparece sin más.

Zopenko Smith '15