martes, 31 de mayo de 2011

Prisión Imaginaria

 

Porque de repente me he dado cuenta que eres tan grande como mis ojos quieren que seas. Ha llegado el momento de empequeñecerte por mi bien, y encontrar el camino como corazón solitario, y no compartiendo el alma con el fantasma del deseo, al que rozo con los dedos sin llegar a alcanzar. Por fin comienzo a estar a gusto en mi pecho espacioso, sin estrecheces innecesarias y sin sangrar lagrimas imaginarias.

Comienzo a saborear el regusto de descansar, de tus imágenes de alta resolución y tus videos en HD. Por fin en el tiempo puedo retroceder para poder verte tan solo en tus retratos de lienzos polvorientos y en tus videos de 8 milímetros. Fuiste la bella y calurosa estrella en la que he orbitado durante toda mi vida hasta que te has convertido en un cometa frio y pedregoso que desaparece sin más.

Siento estas cadenas cursis, como cada vez me aprisionan menos, y noto como esta celda llena de besos de piedra, se ensancha al ritmo de mis pulsaciones alegres y ruidosas. Los ojos se me despiertan después de años cerrados, desemperezando las lagañas traidoras que me encerraban en mi mente, mostrándome la película de tu vida, que aun sin salir ni en los créditos, mil veces me veía.

Respiro hondo el aire hediondo que ya no puedes corromper con tu dulce fragancia, y con una fuerza que las lágrimas me habían robado, me despojo de mis cadenas y sonrío al ver el techo de mi celda derrumbado.
Ya no me afectan tus sueños, ya no temo por tu presencia, ya no vivo para ti, ni quiero tu amor. Tan solo te he guardado en mi, un rinconcito que no puedo hacer desaparecer, es tu pequeño espacio en mi ser, que siempre he tenido y siempre tendré, ese espacio que incita al recuerdo, y que como de una semilla se tratase en cualquier momento puede florecer.

Zopenko Smith

sábado, 7 de mayo de 2011

De Senderos y Caminantes


Ha llegado el momento de no volver hacia atrás, de llorar, de sentir, de volverse a enamorar. A lo de antes punto y final, miro atrás y comienzo a bostezar, porque no quiero sueños ni recuerdos, quiero dibujar el camino, con la música del rock, enchufarle decibelios y hacer desaparecer a quien no quiera escuchar mi son. Voy a escribir la comedia de mis zapatos, esa que un día indagará en mis futuros recuerdos, y que me servirá para que de una ojeada me pueda reír del pasado.

Mi mundo se ha detenido, los arboles inertes sonríen con su corteza burlona y la misma hierba me relame los tobillos una y otra vez. Noto como se para mi tiempo, mientras mi alrededor fluye al son del sol y del cielo. La brisa me acaricia la cara, y la vida sobre mí se derrama, en cada bocanada. No estoy en ningún sitio, ni este es mi destino, pero llevo caminando mucho tiempo, y sin duda este descanso me lo he merecido.

Me siento en la falda de un árbol, recubierto de paz, miro el camino que me queda por andar, y sonrío cuando miro todo lo que he hecho ya. Me encuentro en un sinsentido, al verme envuelto en aquel sendero ya creado. A la derecha volvería hacia atrás, a la izquierda seguiría por el camino.

Me levanto, agarro mi mochila y comienzo a saborear el sabroso gusto de la improvisación cuando sigo de frente, preparado para atravesar ríos y montañas, voy pisando fuerte con mi particular canción indecente.

Zopenko Smith