domingo, 29 de agosto de 2010

EL DON: Prólogo


PRÓLOGO: El Infierno

El sonido infernal retumbaba en la sala abarrotada de gente, la oscuridad lo engullía todo por momentos, antes de que alguna luz endeble se moviera aleatoriamente. El grupo subido al escenario pronunciaba sonidos guturales que parecían tener algún sentido y movían las cabezas de arriba abajo con tal ímpetu, que parecía que se le fuera a salir volando de un momento al otro. La gente parecía endiabladamente enloquecida, y en el momento que la canción se repetía se liaban a empujarse unos a otros, y como me temía desde hacía rato los empujones llegaron a mí.

No sabía que hacia allí, en mitad de todos aquellos melenudos, pero de repente una ira creciente se fue apoderando de mí, todo mi cuerpo se tensó, y mis ojos se fijaron, desorbitados, en el puto gilipollas melenudo que me había empujado. Mis puños se cerraron, corriéndome sangre por las manos, y comencé a soltarle puñetazos sin parar. Se cayó al suelo y se intento proteger con las manos, pero yo había entrado en puto frenesí, e incluso me creía que le estaba pegando al ritmo de la música, cuando note un fuerte golpe en la cara, y un momento en el aire antes de caer al suelo. Cuando levanté la vista, dos tiarrones melenudos me miraban con esos ojos llenos de fuego, estaba claro que el gilipollas no había venido solo.

De repente, me veía rodeado de melenudos llenos de odio que me querían pegar, no pegar…¡¡¡sino matar!!! Todos los ojos de los que me miraban con desprecio se habían convertido en fuego, destellos brillantes azulados, negros y rojizos se consumían en pleno odio contra mí, y yo allí tumbado sin saber cómo narices había llegado hacia esta situación, cuando ese momento de silencio inhóspito fue interrumpido por uno de los melenudos que me chafo la cabeza contra el suelo de una patada, y todos los demás le siguieron. Notaba miles de punzadas de dolor recorriéndome todo el cuerpo, por un instante llegue a ignorar el dolor de lo entumecido que lo tenía todo, pero pronto llegaba intensificándose mucho más. Esos minutos, mi cuerpo los había traducido en horas, y me sentía exhausto cuando justo acabaron de pegarme, no sé si por aburrimiento, por cansancio o incluso por pena, pero, de momento, podía respirar, algo que 5 minutos antes no hubiera asegurado que sucediera.

Me intente mover, pero difícilmente lograba mover ni un musculo. Ellos se reían a carcajadas escalofriantes, cuando un melenudo con la cara llena de sangre, que por un momento pensé incluso que fuera mía, me cogió con fuerza por el pescuezo y me dijo con una voz áspera “Acabas de firmar tu pena de muerte chaval”, y seguido me escupió en la cara y en un momento sentí una punzada de dolor en los huevos, que me subía por el estomago, y un golpe en la cabeza que me acabó de rematar.

No sé cuánto tiempo había estado inconsciente, pero cuando desperté tenía los ojos tapados, y las manos atadas. Escuché mucho alboroto a mí alrededor. Parecía que estaban preparando algo. Abrí la boca, para intentar pedir clemencia para lo que quieran que fueran a hacer, pero no podía, noté un gran charco de sangre en la boca, y la escupí, pero para mí horror no podía pronunciar palabra, no tenía lengua, parecía que estaba allí, pero no estaba.

El alboroto comenzó a crecer, comenzaron a gritar “Ey, que ya se ha despertado”, “Mirad como se retuerce”, “¡¡Venga joder!! Vamos a comenzar con lo bueno de una puta vez” y otras palabras ininteligibles.

Comencé a inquietarme verdaderamente, de hecho comencé a sollozar en cuanto escuché el sonido de una moto sierra acercándose y la gente gritando, parecía que estaba llegando a su máximo apogeo.

El sonido se fue acercando y acercando, el terror más profundo me estaba invadiendo, cuando noté un tirón que me arranco la venda de los ojos, a la vez que la hoja de la moto sierra respiraba en mi cuello, escuché como de mi garganta sonaban sonidos y chillidos irreconocibles y desesperados, la gente reía sin parar, y el hombre de la moto sierra se me acerco y me susurro “Esto es lo que pasa cuando te metes con los Diabblos”.

Y con una risa malvada comenzó a cortármelas orejas, un dolor punzante, un pitido y entonces comencé a perder el conocimiento, y en mi último suspiro pude ver como el de la moto sierra se arrancaba la cara, y de debajo salía un cráneo con los ojos llameantes y de su boca salió una llamarada que…

1 comentario:

  1. Lol, que gore. Volviendo a tus relatos tarantonianos. Espero la continuación :D

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