martes, 12 de abril de 2011

En la Corte del Rey




Hubo una vez un sentimiento que daba vida al rey, el mismo que por el día le hacía estremecer, y que por la noche la almohada empapaba. Aquel sentimiento siempre había gozado del favor del rey, y era complacido con adorables rosas sin espinas y abrazos de oso. Pero llegó un día, en el que su almohada se rebosó de lágrimas, fue un día tenebroso para el sentimiento, pero mortífero para él. Aquel día se decidió, que aquel sentimiento no era bien recibido en la corte y por lo tanto fue expulsado inmediatamente del castillo. El sentimiento, sorprendido y con lo puesto nada mas, se vio mendigando en las afueras para sobrevivir.

El rey confiaba, en que el destino le traería otro sentimiento con el que poder olvidar al anterior, con el que poder sonreír en la sequedad de la cama. Pero pasó el tiempo, y ni destino ni sentimiento ni tan siquiera el olvido le fueron a visitar.

Pero entonces fue cuando lo oyó, fue cuando percibió una pelea en el exterior. En cuanto miró por la ventana lo supo, aquel sentimiento que meses atrás había desechado con lo puesto nada mas, había conseguido coronarse caballero a base de luchar contra valientes sentimientos rebosante de promesas, prohibiendo la entrada a cualquiera que se acercara. En aquel momento, el destino y el olvido luchaban a muerte con ese sentimiento, el que había sido grande y fuerte, el que creció durante años, el mismo sentimiento que parecía gigante a ojos del rey.

Fue entonces cuando de los entresijos de la muralla se coló el odio sin ser visto, escaló por la torre del rey hasta su ventana y le fue a hacer compañía en su dolor. Era el mismo personajillo que siempre que le visitaba, le cuestionaba todo lo que decía, se alimentaba del agua de sus ojos, y se reía de sus penas. Era un compañero incomodo, del que nunca te fías, pero el cual, como compañero conocido de toda la vida, no te puedes separar.

Detrás de las murallas la batalla había terminado, el destino y el olvido yacían abatidos, mientras el sentimiento más poderoso que nunca, atemorizaba a cada paso. El rey mandó refuerzos, pero sabía que con aquel sentimiento no tenía nada que hacer, no lo podía repeler, porque en el fondo el rey lo deseaba tener. Así que apenas sin sudar ni sangrar, el sentimiento volvio a compartir cama con su majestad.

Un tiempo después, aquél sentimiento ni mengua ni deja crecer, a echo buenas migas con ese odio insoportable y a conseguido que en la habitación del rey, la humedad vuelva a decorar la pared.

Zopenko Smith

3 comentarios:

  1. Me gusta, qué interesante.
    Sin duda, te sigo para quedarme por aquí.
    Un beso.

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  2. Muchas gracias por vuestros comentarios!! Blanca, espero que disfrutes de tu estancia por aqui. Me gustó mucho la entrevista que realizaste en "El Rincón de los Sueños Perdidos", y desde entonces te sigo en tu dulce blog. Un beso!

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  3. Dulce Cautiva, Muchas gracias por tu comentario. Tienes razon, me gusta mucho el mundo literario, así que estaré encantado de pasarme por "El Blog de las Escritoras" a disfrutar de vuestras obras. Un beso, y que pases un buen fin de semana!!

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