lunes, 27 de febrero de 2012

Entresábanas



Las cortinas ondeaban al viento y en la habitación no existía el tiempo,

Pero entre las sábanas se bailaba a ritmo de tortuga. Dedos de dos ruedas viajaban por el continente de su ser, dibujando las orillas que las separaba del mar de algodón, con aquellas olas de tela.

Las cortinas ondeaban al viento y en la habitación no existía el tiempo,

Pero entre las sábanas la tortuga corría. Los dedos curiosamente se quitaban la camiseta en los puertos de montaña. Allí en lo más alto no existía el frio, pero si costaba respirar.

Las cortinas ondeaban al viento y en la habitación no existía el tiempo,

Pero entre las sábanas la pantera comía tortuga. Los dedos sudorosos se deshacían en aquel pequeño bosque brasileño. Allí los cocos se veían altos y jugosos, y el suelo temblaba.

Las cortinas ondeaban al viento y en la habitación no existía el tiempo,

Pero entre las sábanas la pantera alcanzaba la luz. Los dedos habían desaparecido, ahora buceaban. No se habían podido resistir a aquel oasis de éxtasis.

El apocalipsis comenzaba, los temblores y escalofríos atormentaban a aquella tierra suave que chillaba como una diosa enfurecida que iba y venía.

Parecía el fin de mundo, pero en aquélla nube pomposa de cuatro patas, el Olimpo comenzó su creación divina.

Zopenko Smith

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